Clavado en una cruz, atormentado,
y más que el cuerpo, el alma dolorida,
manando redención por esa herida,
abierta por la lanza del pecado.
Te contemplo mi Dios, crucificado
ofreciendo tu muerte por mi vida,
mientras tu madre de dolor transida,
te ve morir, por todos ultrajado.
Abres los brazos a la humana fiera
y amplio perdón le ofreces con ternura
sin un reproche proferir siquiera.
¡Ay¡ si a tu ejemplo el hombre se rindiera,
mostrando así su amor y su cordura,
¡en un Edén el mundo convirtiera!
No hay comentarios:
Publicar un comentario