domingo, 9 de enero de 2011

Cristo de la Fe

nos presenta a un estupendo crucificado muerto y con la huella sangrante de la lanzada. Es una talla considerada del S. XIX y de gran calidad, aunque no se sabe quién la realizó. Fue donada a la iglesia por D. Luis González Barrientos y Dña. Antonia Cardos Herrera y desfila desde la refundación de la Cofradía, aunque su nombre se añadió con posterioridad al título de la Hermandad.

El rostro, de gran fuerza y realismo, está completamente vencido por el sufrimiento. Las gotas de sangre, la boca entreabierta y los párpados oscurecidos añaden patetismo a la expresión abandonada de esta meritoria imagen. El pelo y la barba siguen fielmente la posición de la cabeza rendida hacia la derecha, abriéndose por este lado y enmarcando su cara.

El cuerpo, de tamaño algo menor del natural, está bien proporcionado, llamando la atención sus amoratadas rodillas que contrastan con la viveza de los pliegues del bello paño de pureza policromado que lo cubre.

Lleva sobre su cabeza unas originales potencias doradas y corona de espinas del mismo material.

El Santísimo Cristo de la Fe va en un destacado paso de madera tallada en su color de estilo clasicista, enriquecido por algunos detalles barrocos, aunando la severidad con la elegancia artística en un original diseño. Este paso sustituyó al anterior que, realizado en madera tallada y metal dorado de estilo barroco, se caracterizaba por su rica ornamentación y por su peculiar forma poligonal, siendo de gran calidad y popularmente conocido por su aspecto como el “Galápago”.

El nuevo paso es obra de los artistas locales Santiago Arolo, que realizó el diseño, y de Ramón García Mora que lo talló. La imagen del Cristo descansa sobre el cuerpo superior de la canastilla, llevando en el frontal, en metal dorado, el escudo de la Cofradía.
Los preciosos respiraderos llevan catorce medallones dorados y repujados (reaprovechados del antiguo paso), enmarcados por columnillas salomónicas y cornisas clásicas, donde van representadas las estaciones del Vía-Crucis, destacando las que hacen de esquineras en el paso. Entre ellas casetones tallados con delicada decoración barroca y rematados cada uno de ellos por pequeños medallones con simbología de la pasión.

El paso está totalmente entonado en rojo: caoba el tono de la madera; rojos los velones que se apoyan en los cuatro magníficos blandones tallados que lleva en sus esquinas, obra de Ramón García; rojas las luces que guardan los dos preciosos faroles del mismo autor, rematados con coronas doradas que van situados a los lados del Cristo; rojos de terciopelo los faldones; y en el exorno del paso, más de 60 docenas de claveles del mismo color, acompañados por un centro de lirios morados que va a los pies de la sagrada imagen.



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